home

search

Entre luz y sombras

  Axel.

  Envuelto en el estrés acumulado por el sue?o inquietante y el retraso, Axel se apresuró a alistarse, deseando salir antes de que su madre lo notara. Sin embargo, no tuvo suerte.

  —Ya vas tarde —comentó su madre con una peque?a risa que mezclaba reproche y complicidad. Antes de que pudiera cruzar la puerta, a?adió en un tono dulce—: Lleva a tu hermanita a la primaria. De todos modos, ya se te hizo tarde.

  Axel se detuvo en seco en el umbral, dejando escapar un suspiro de resignación. Sabía que no tenía opción. Encogiéndose de hombros, respondió:

  —Buenos días, ma. —Su tono, apresurado y ligeramente exasperado, dejaba entrever que preferiría negarse—. Sí, yo la llevo.

  Sin más palabras, tomó la peque?a mano de su hermana y ambos emprendieron el camino hacia la escuela. A pesar del estrés que lo envolvía, había algo en ella que lograba calmarlo. Su alegría inocente y su energía chispeante eran como una brisa fresca en medio del caos.

  La ni?a saltaba con cada paso, emocionada, observando el mundo como si fuera un lugar lleno de maravillas. De repente, rompió el silencio:

  —?Por qué hoy me llevas tú, José? —preguntó con una sonrisa traviesa, volteando a mirarlo con esos ojos que siempre parecían buscar una respuesta divertida.

  Axel resopló con suavidad, acostumbrado a esa pregunta.

  —Ya te dije que me llames Axel... o hermanito —respondió, mientras su mano seguía el ritmo juguetón de los pasos de la ni?a—. Y es porque se me hizo tarde.

  —Pero así te llamas, ?no? —insistió ella en un tono burlón, aunque inocente, disfrutando de la conversación.

  —Sí, pero no me gusta —dijo él, con un toque de fastidio que no lograba ser del todo serio.

  —Pues a mí sí me gusta —replicó con una risita, mientras se concentraba en evitar pisar las grietas del suelo, como si jugara un juego secreto.

  Axel no pudo evitar sonreír, contagiado por la alegría despreocupada de su hermana. Se detuvo un momento, inclinándose ligeramente hacia ella. Con un gesto cari?oso, le tocó la nariz con un dedo.

  —Bueno, pero solo tú puedes llamarme así, ?de acuerdo?

  La ni?a asintió con entusiasmo. Con esa peque?a tregua emocional, retomaron el camino, dejando que los pasos de ella, ligeros y despreocupados, marcaran el ritmo.

  Al fin, dejando a su hermanita en la escuela, Axel dirigió sus pasos hacia la parada del camión. En el trayecto, sus pensamientos seguían atrapados en aquel extra?o sue?o. Caminaba con la mirada fija en sus zapatos, apenas consciente de su entorno.

  Cuando llegó a la parada, sacó su teléfono, ya que en su apuro matutino no había tenido tiempo de revisarlo. Al desbloquearlo, vio varios mensajes, todos de Jasmín:

  "?Dónde estás? ?Estás bien? ?Vas a venir hoy?"

  Los leyó rápidamente, sorprendido por la insistencia. Luego, un mensaje más reciente decía:

  "Avísame cualquier cosa, o si es que vienes, ?va?"

  Axel sonrió, algo sorprendido. Aunque ya había llegado tarde en varias ocasiones, esta era la primera vez que alguien se preocupaba por él.

  "Perdón, me quedé dormido", escribió, con una sonrisa que le alivió parte del estrés acumulado. Apenas subió al camión, envió otro mensaje:

  "Ya voy para la escuela."

  Ese interés por parte de Jasmín logró aliviar un poco la tensión que lo había estado acompa?ando. Mientras avanzaba el viaje, Axel no podía evitar pensar en ella: el abrazo cálido que recibió, el olor a vainilla de su perfume... "?Qué estará haciendo ahora?", se preguntó.

  Jasmín

  Despertó desvelada por las largas horas de estudio de la noche anterior. Su cabello, desordenado, caía descontroladamente sobre su rostro. Observó su cuarto: las paredes de tono beige, lisas y sin adornos, le parecían extra?amente vacías. No había ni un solo póster pegado. El escritorio estaba perfectamente ordenado, y el ropero de madera color roble permanecía cerrado, como siempre.

  Se levantó de la cama y, con paso lento, se dirigió al armario. Eligió un pantalón recto de color negro y lo combinó con una camisa blanca que dejaba al descubierto sus hombros. Se puso una chamarra grande, de un azul oscuro, y encima se colocó un chaleco verde hoja. Después de vestirse, cepilló su cabello, que normalmente lacio, comenzaba a encresparse. Esto la sorprendió, y con la mirada perdida en el aire, sonrió levemente. Se puso unos Converse en tonos negro y blanco. Su ropa resaltaba su cuerpo delgado y su cintura compacta. Su cabello, que apenas le llegaba al cuello, enmarcaba su rostro alegre.

  Unauthorized content usage: if you discover this narrative on Amazon, report the violation.

  Con una sonrisa, se dirigió a la parada del camión que la llevaría al lugar donde siempre se encontraba con Axel.

  En el camino, sacó su celular, pensativa. "?Qué le podría mandar?" se preguntó, dudando si escribirle o no. Finalmente, decidió estudiar un poco más antes de llegar a la siguiente parada.

  Al llegar, el entusiasmo de Jasmín era evidente, pero a medida que el tiempo pasaba, su expresión comenzó a cambiar. El aire frío y el suave resplandor del sol recién salido pintaban un hermoso amanecer. El olor mezclado de aceite de autos y pasto fresco flotaba en el ambiente.

  El primer camión pasó, y Axel aún no llegaba. El semblante de Jasmín se tornó preocupado. Después de varios minutos sin se?ales de Axel, recordó lo sucedido la noche anterior. Una imagen de él, con el semblante triste y angustiado, le vino a la mente. En verdad quería que estuviera bien.

  El recuerdo de su rechazo a la idea de acompa?arla a su casa se coló en sus pensamientos. "?Se habrá molestado por eso?" Se abrazó el torso con un brazo, mientras su mente daba vueltas, atrapada en las dudas. Finalmente, decidió enviarle un mensaje:

  “?Dónde estás?”

  Trató de que el mensaje se viera desinteresado, pero no obtuvo respuesta.

  Esperó unos minutos más y, cuando llegó el siguiente camión, sintió que ya era tarde para seguir esperando, sin pensarlo demasiado, se subió. Durante el trayecto hacia la escuela, no pudo evitar seguir mandándole mensajes:

  “?Estás bien? ?Vas a venir hoy?”

  Escribió con preocupación, mirando su celular. Varios minutos pasaron mientras ella miraba el teléfono, esperando una respuesta.

  "Al final de la noche lo vi más tranquilo", pensó, y su rostro reflejó un leve alivio.

  Llegó a la escuela, cuyos muros estaban casi por completo pintados de azul. El suelo, de patrones a cuadros blancos, completaba el paisaje ordenado. Las áreas cubiertas de plantas bien cuidadas aportaban un contraste de verde vibrante que relajaba la vista.

  Jasmín respiró hondo, tratando de dejar atrás la preocupación que aún reflejaba en su rostro. Sabía que debía despejarse antes de llegar al salón. Sacó de nuevo su celular y comprobó que no había recibido respuesta a sus mensajes.

  "Seguro se quedó dormido", pensó para tranquilizarse. Aun así, no pudo evitar enviar un último mensaje, intentando calmar su mente:

  —Avísame cualquier cosa, o si es que vienes, ?va?

  Entró al salón poco después. Las paredes, decoradas con ladrillos rojos, daban un aire cálido al ambiente. Dos ventanas, protegidas por mosquiteros de metal, dejaban pasar la luz que se filtraba suavemente. En una de ellas, cerca de tres asientos del escritorio de la profesora, se encontraba Clara.

  Su amiga, de tez morena, con el cabello negro y los pómulos altos, estaba apoyada sobre la ventana. Al ver a Jasmín, la llamó:

  —?Jasmín!

  Su voz, llena de entusiasmo, reflejaba la energía con la que siempre la recibía.

  —?Cómo estás, Clara? —respondió Jasmín. Su tono apagado contrastaba con la vivacidad de su amiga. Se acercó a la silla frente a ella y se sentó lentamente.

  —Bien, no me quejo —dijo Clara, mientras movía la cabeza de un lado a otro—. ?Y tú, amiga? ?Cómo estás? Y, sobre todo, cuéntame, ?cómo te fue ayer?

  Su cuerpo reflejaba entusiasmo, y su rostro mostraba una clara alegría e interés en las respuestas que vendrían.

  Jasmín mostro un brillo fugaz apareció en sus ojos, seguido por una sombra de preocupación que se instaló en su mirada

  —?Interesante? —. Clara, levantando las cejas y esbozando una sonrisa traviesa, claramente divertida por la reacción de Jasmín.

  —No me gusta Axel, ?no empieces! —respondió Jasmín con resignación.

  —?Ay, claro! Y yo soy güera de ojos azules, ?verdad? —exclamó Clara, poniendo una mano en el corazón y haciendo un gesto exagerado de sorpresa.

  —Muy graciosa —exclamó Jasmín, resignada a la constante burla de su amiga. —Y me fue bien, ?sí? —continuó, mientras se acomodaba en la silla, pensativa. —Comimos, paseamos por un parque, nos pusimos a platicar… fue divertido —a?adió, con una expresión algo ausente, recordando la velada de ayer.

  —?Y te comió él? —preguntó Clara, con una sonrisa aún más traviesa, disfrutando del evidente desconcierto de su amiga.

  Jasmín respondió con una mirada que denotaba incomodidad, sus ojos reflejando claramente un pensamiento silencioso: “Ya basta”.

  —Ay, bueno… pero acepta que te gusta —continuó Clara, bajando un poco el tono, pero sin perder el entusiasmo en su rostro.

  —No me gusta —insistió Jasmín, con un rostro que seguía reflejando resignación.

  —Bueno, es que anteayer, tus ojos brillaban como si te estuvieras emocionando cuando me contaste que te había invitado a pasar un rato —dijo Clara, casi en un tono melódico, con una sonrisa burlona.

  —También fue su amigo —dijo Jasmín, tratando de dejar en claro que la situación solo era amistosa.

  —Qué aburrido —se quejó Clara.

  Mientras Clara se quejaba, el celular de Jasmín vibró, se?al de un nuevo mensaje. Rápidamente, Jasmín desbloqueó el teléfono que tenía guardado en la bolsa de su chamarra. Al ver el mensaje de Axel, sus ojos se relajaron y, por un instante, brillaron con alivio.

  —Perdón, me quedé dormido —decía el mensaje. Jasmín dejó escapar una peque?a risa, aliviada por la respuesta.

  Clara, al notar la reacción de su amiga, no pudo evitar devolverle una sonrisa traviesa. Sus ojos reflejaban la misma burla de siempre, y su rostro decía claramente: "Si te gusta".

  Jasmín, al ver la expresión de Clara, guardó rápidamente el celular y le desarrolló una mirada molesta, visiblemente incomodada por la evidente burla de su amiga.

  —Está bien... —murmuró Clara, prolongando cada silla.

  Jasmín percatándose de la hora, se dio cuenta que la maestra no había llegado a esa clase, proponiéndole a Clara salir del salón a platicar un poco más.

  Otro mensaje llego otra vez era Axel ahora.

  —Ya voy para la escuela—. El mensaje dibujó una sonrisa traviesa en el rostro de Jasmín. Entusiasmada, le escribió de vuelta, proponiéndole verso en cuanto él llegara.

  No pasó mucho tiempo antes de que Axel llegara. Fue directo a buscarla. La encontró sentada en una banca negra, algo oxidada, junto a su amiga, justo afuera del salón.

Recommended Popular Novels