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Prólogo: El Emperador Olvidado

  El viento soplaba con fuerza esa ma?ana, trayendo consigo fragmentos de historias olvidadas que aún quedaban atrapadas en las grietas de las antiguas murallas de la ciudad. En la taberna, un hombre viejo, de rostro marcado por el tiempo, se inclinó hacia adelante en su silla, con la mirada fija en aquellos que se encontraban a su alrededor, esperando escuchar una historia como tantas otras. Pero esta era diferente.

  "?Sabéis quién fue el Emperador Olvidado?", comenzó, su voz áspera, pero llena de una intensidad que captó la atención de todos. "No, claro que no. Nadie lo recuerda por su nombre. Su historia ha sido borrada, como tantas otras. Pero su poder... ese sí que persiste."

  La taberna, que hasta ese momento resonaba con risas y conversaciones triviales, cayó en un silencio tenso. El anciano no era conocido por contar fábulas, y los presentes sabían que algo más profundo se encontraba en sus palabras.

  "En tiempos de gran oscuridad," continuó, "un hombre gobernó, no con pu?o de hierro, sino con algo más... algo más allá de lo que podríais imaginar. Su reinado abarcaba tierras que no sabíais que existían, y su nombre causaba miedo. Conquistaba todo a su paso, pueblos, imperios, corazones. Pero lo que lo hacía realmente diferente, lo que lo distinguía de los demás emperadores, era su habilidad. Se decía que no solo derrotaba a sus enemigos... les robaba algo."

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  El hombre hizo una pausa, mirando con firmeza a los más jóvenes en la mesa, como si intentara asegurarse de que cada palabra calara profundamente.

  "Les quitaba lo que no podían recuperar. No era magia visible, ni maldiciones perceptibles. Era algo más... algo que tocaba lo más profundo del ser. Decían que despojaba a sus enemigos de lo que más apreciaban. Y cuando los dejaba atrás, ya no eran los mismos. Vacíos, sin alma, sin propósito."

  Se inclinó hacia adelante con un susurro. "No era una habilidad como las demás. Era algo mucho más antiguo. Y lo que sucedió con él, no lo sabe nadie. Algunos dicen que la misma habilidad que le dio tanto poder lo devoró, otros aseguran que desapareció, llevándose consigo los secretos que jamás debieron conocerse. Lo único que quedó fueron los fragmentos de su historia, dispersos y olvidados. Los ecos de un tiempo que ya no existe."

  El anciano miró al público, dejando que el peso de sus palabras se asentara en el aire. "Lo que quedó atrás, después de su reinado, fue solo la leyenda. La leyenda del Emperador Olvidado, y el poder que alguna vez poseyó."

  El silencio se extendió por la sala, con todos los presentes reflexionando sobre las palabras que acababan de escuchar. Nadie sabía si aquello era una advertencia o una simple fábula. Pero una cosa estaba clara: la historia del Emperador Olvidado no era solo un cuento, sino un recordatorio de que algunos poderes son tan grandes que, si no se tienen cuidado, pueden consumir todo lo que hay alrededor.

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