La Xyran surcaba el espacio con una seguridad renovada, como si haber recuperado parte de su identidad la hiciera más precisa, más decidida. En su núcleo, el sistema de navegación había trazado una nueva ruta: dos encargos seleccionados automáticamente, como si la nave supiera exactamente qué pasos dar para continuar su despertar… o el de su tripulación.
Lyra, sentada frente al panel principal, observaba los datos con una ceja arqueada.
—No recuerdo haber aprobado estas rutas —murmuró, cruzando los brazos.
—?Acaso tú no fuiste la que dijo “confío en la nave”? —bromeó Rho desde la terminal auxiliar—. Pues ahora aguántate.
—Confiar y cederle control a una inteligencia semi-recuperada son cosas distintas.
—Ajá. Y sin embargo aquí estamos, oficialmente registrados como tripulación. —Hizo un gesto dramático con los brazos—. ?Al fin! ?Esto significa que tendré seguro médico y raciones dobles?
—Significa que si no dejas de hablar, vas a recibir una ración de silencio, cortesía de la comandante Kess.
Tali los miraba desde la entrada de la cabina, su expresión neutra apenas interrumpida por una sonrisa apenas perceptible.
La nave llegó al primer destino: una estación orbital de reabastecimiento. Lyra bajó sola para completar el encargo —entregar un contenedor de componentes biomédicos de Icarion IV a una célula científica aliada. Fue un trámite rápido.
Mientras tanto, Rho decidió bajar a buscar refacciones para las constantes necesidades mecánicas de la Xyran. En una de las tiendas más oscuras y desordenadas del puerto comercial, algo llamó su atención: un fragmento metálico en forma octagonal, cubierto de óxido y polvo estelar. No tenía identificación clara, pero algo en él vibraba... familiar.
—?Esto qué es? —preguntó, levantándolo con cuidado.
El dependiente, un mecánico local con un cigarro electrónico pegado al labio, se encogió de hombros.
—Chatarra vieja de alguna estación militar. Nadie ha podido encenderlo, ni los recolectores de IA lo quieren. Si te interesa, son diez créditos.
Rho lo giró entre sus manos. El patrón del borde, los conectores internos… sí, era como los módulos anteriores. Solo que maltratado, incompleto, olvidado.
—Me lo llevo —dijo con una sonrisa, depositando el pago sin regatear.
De regreso en la Xyran, lo colocó en el banco de pruebas. Tardó horas en limpiar los contactos y restaurar la conexión mínima para identificarlo.
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Módulo de Defensa Táctica – Aegis-02 Estado: Severamente da?ado, pero funcional. Memoria accesible: Parcial. Temática registrada: Protección. Archivo desbloqueado: Primer enfrentamiento con nave singular.
La pantalla titiló con una grabación fragmentada, apenas inteligible, de una batalla espacial brutal. La voz de Aelya Thorne surgió entre el estático:
—“…no era defensa… era advertencia. Incluso las armas más nobles matan…”
Rho exhaló, sentado con los brazos cruzados.
—Lyra va a flipar con esto.
La compuerta principal se abrió con un chasquido neumático, dejando pasar a Lyra, que entró con su usual paso firme y una peque?a bolsa de raciones especiales bajo el brazo.
—Bueno —dijo sin saludar—, uno menos. El siguiente encargo parece un desvío innecesario, pero según la Xyran es “prioridad contextual”. Sea lo que sea que eso signifique.
Notó la ausencia de Rho en la cabina y levantó una ceja.
—?Dónde está nuestro experto en sarcasmo y grasa?
—Módulo de ingeniería —respondió Tali desde una esquina, sin apartar la vista de un panel auxiliar—. Dijo que encontró algo "potencialmente espectacular o trágicamente inútil".
—Perfecto. Como siempre —suspiró Lyra.
Descendió por el pasillo hasta el corazón de la nave, donde encontró a Rho de rodillas frente a un banco de pruebas, con el rostro iluminado por los indicadores de energía.
—?Qué hiciste ahora? ?Convertiste el generador en una tostadora?
Rho alzó la vista, la sonrisa cruzándole la cara.
—Me subestimas. Las tostadoras son más complicadas. Pero esto… —apartó un poco el cuerpo y dejó que Lyra viera el módulo restaurado, aún chispeando levemente— esto sí que es interesante.
Lyra se acercó, inspeccionando la estructura metálica con expresión neutral.
—?Otro módulo? ?Y no explotó al encenderlo? Qué decepción.
—Hey, un poco de entusiasmo no mataría a nadie. Lo encontré entre chatarra. Nadie sabía lo que era.
—Y tú lo trajiste sin saber si tenía un núcleo inestable o un virus letal. Qué responsable de tu parte.
—?Eso fue una felicitación disfrazada de sarcasmo? Porque me estoy emocionando.
—No te emociones tanto, o me veré obligada a nominarte a “tripulante del mes” en una tripulación de tres. Las probabilidades son altísimas.
Ambos rieron, una de esas risas breves y secas que sólo pueden surgir entre personas que llevan demasiado tiempo en peligro compartido.
Lyra se cruzó de brazos.
—?Y ya sabes qué hace?
—Módulo Aegis-02. Sistemas defensivos de la nave. Y… —hizo un gesto hacia la pantalla de registros— desbloqueó una memoria. El primer enfrentamiento de la Xyran con una nave singular. Bastante intenso.
Lyra quedó en silencio unos segundos.
—Muéstramelo luego. Si vamos a seguir recolectando piezas de una guerra perdida, quiero saber qué tan mal terminaron las cosas.
Rho asintió, más serio por un momento.
La Xyran vibró ligeramente, como si sintiera que su núcleo crecía… y su pasado comenzaba a despertar.