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Capítulo 3. ¡Tontos! ¡Los bestias llegamos primero!

  Un día común y corriente se puede convertir en la más grande fantasía de alguien o en su peor pesadilla. La creación de algo único, o la destrucción de aquello que es preciado.

  Verán, hace miles de millones de a?os, este mundo no era nada más que un infierno calcinante incapaz de albergar vida. De hecho, aún es incapaz de hacerlo. No tiene atmósfera, está tan cerca de su estrella que su superficie lentamente se vaporiza. Nadie pensaría que hay una peque?a región que es diferente, una peque?a parte donde sí hay vida.

  La historia relata que, hace cinco mil a?os, un enorme cometa se estrelló en el hemisferio sur del planeta. Dicho cometa contenía una extra?a gema adentro, con todos los elementos esenciales para crear la vida.

  El exterior de la gema se pulverizó parcialmente al impacto, repartiéndose por todo el interior del cráter, incluso fuera de este. El resto quedó en el centro del cráter como una sola pieza. El impacto fue tan fuerte que lo que antes era una superficie hecha de cenizas se había compactado en tierra sólida. Claro, estaba al rojo vivo, pero era tierra sólida ahora.

  Y así, a los dos a?os del impacto, la gema decidió que era hora de ponerse manos a la obra.

  Los restos pulverizados de la gema se impregnaron en la tierra y rápidamente cambiaron la composición de esta, de una tierra estéril a una tierra fértil. ?Pero esto de qué servía si no había una atmósfera? Bueno, la gema central se encargó de crear una a base de ella misma, una barrera hecha de lo que ahora se conoce como maná. La región sufrió una terraformación total, con agua brotando desde la misma gema, el aire siendo purificado y las temperaturas reducidas a un clima templado. Y lo más importante, la creación de la vida que ahora habita en este lugar.

  La influencia de la gema hacía que los procesos evolutivos fueran a un paso acelerado. A los tres meses, ese miserable cráter se había vuelto un paraíso de temperaturas templadas. Pero no estaba habitado por nadie… al menos alguien consciente hasta ese punto, aparte de los insectoides, hasta que un día, los Bestias aparecieron.

  Criaturas que tú y yo conocemos como animales antropomórficos, cuya civilización en este momento está en la Edad Media.

  Desde un primer momento, los Bestias aparecieron conforme a su hábitat: aves, reptiles, peces y mamíferos en su respectiva zona. Terminaron unificándose como una sola raza después de unos dos o tres conflictos inter-especie, gracias al desarrollo en conjunto del estudio y uso del maná para la magia.

  Pero esta historia no se estaría contando de no ser porque “algo” pasó, y ese “algo” es de lo que hablaré ahora.

  Hace mil a?os, de la nada, aparecieron unas criaturas extra?as en los anillos tres, cuatro y cinco para los ojos de los Bestias, con casi nada de pelaje y cero plumaje: lo que nosotros conocemos como humanos.

  —??Un humano hizo qué?! —exclamó un fornido Bestia lobo.

  —Así es, se?or. Un humano logró activar el portal del exreino de Phareos. Apareció a medianoche en la recepción de contendientes —dijo de manera calmada el otro Bestia, una salamandra.

  En la actualidad, sigue siendo aquella fatídica noche en la que el reino de Vereida cayó y aquel mensajero fue enviado por un portal al reino central Bestia, que es justo donde estamos ahora.

  —No podemos dejar pasar esto por alto. ?Dónde lo tienen? —preguntó el Bestia lobo.

  —En la sala de interrogación. Lo vi hace unos minutos. Parece confundido y desorientado, y no habla ningún tipo de dialecto Bestia o Valsago. Nuestros intérpretes están haciendo lo posible por saber sus intenciones —explicó el Bestia reptil—. Eso es todo por ahora, su majestad.

  —Te agradezco por el informe, Holvient. A petición mía, mientras completan el proceso de interrogación, denle una habitación y manténganlo vigilado mientras se recupera —expresó el Bestia lobo—. Con tres días será suficiente como para dejarlo ir si no tiene malas intenciones, claro está.

  —Comprendido, Lord Prowler —respondió el Bestia reptil, yéndose de la habitación para así regresar a su trabajo.

  —?Qué estarán planeando esas alima?as?... ?Una invasión al reino? ?Querrán reactivar la guerra? —expresó en voz alta el rey, mientras con sus manos se acariciaba la frente—. No. No puede ser. Solo un demente haría eso. Nos tardamos mucho como para destruir las relaciones diplomáticas humano-Bestia del último siglo.

  El líder Bestia se levantó de su trono y se fue hacia el campo de entrenamiento, atravesando los pasillos y corredores del enorme castillo.

  —Ma?ana es el torneo. No me quiero enfocar en un humano que se coló en el castillo —se dijo a sí mismo—. Más te vale estar entrenando cuando llegue, contendiente mío.

  Ah… los Bestias. Una raza magníficamente poderosa, capaces de obtener una fuerza y capacidad mágica superior a los humanos. Eso sí, tienden a ser cabezas duras cuando las cosas se complican demasiado, recurriendo a la fuerza bruta antes de razonar. No cabe duda de que hay Bestias muy sabios, pero sus instintos prevalecen sobre cualquier otra cosa, lo que les costó muchas victorias en la guerra humano-Bestia.

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  La arquitectura Bestia se caracteriza por ser gigantesca y errática, con muchos atajos en sus construcciones. Al tener un manejo pleno de la magia, ellos no dudaron en utilizarla; un castillo humano es cuatro veces más peque?o que un castillo Bestia. Todo es proporcional al tama?o del Bestia que habite y las necesidades de su raza.

  —?Hunter! —gritó el rey Prowler, su voz resonando por todo el campo de entrenamiento.

  En el campo de entrenamiento había un joven bestia, de pelaje de color similar al del rey, vistiendo únicamente pantalones árabes de un color rojo opaco, amarrado a su cintura con un lazo dorado.

  Estaba en forma, los músculos de sus brazos estaban muy bien definidos; se notaba que había sido entrenado para combate cuerpo a cuerpo. Su tren superior era mucho más grande que su tren inferior. Se le veía bastante ocupado saltando de un mu?eco de entrenamiento a otro, golpeándolos tan fuerte que algunos de ellos reventaron al impacto de sus magníficos pu?os. Sin embargo, el mismo impacto de estos contra los mu?ecos hizo que el joven bestia no escuchara al rey hablar.

  —?Hunter Wolf! —gritó de nuevo el rey.

  ??Ah?! ??Ah?! ??Quién es?! —se preguntó Hunter, deteniéndose justo antes de pegarle otro pu?etazo a un mu?eco de entrenamiento.

  —?Cómo que "?quién es?", es tu viejo, ven acá! —dijo el rey Prowler, llamando a su hijo con felicidad.

  —?Ah, padre, eres tú! —expresó alegremente el bestia, dirigiéndose rápidamente a la locación de su padre—. ?Qué estás haciendo aquí? ?No hay cosas de las que deberías ocuparte?

  —Para nada, tengo la noche libre. Vi que estabas divirtiéndote mucho con esos maniquíes. Veo que has crecido mucho en ese aspecto —le dijo el rey.

  —Estoy más que listo para el torneo, los otros bestias saldrán huyendo del pavor tan solo con verme —exclamó Hunter, riéndose de lo sencillo que piensa que será—. Soy el representante de la casa Wolf, no hay manera de que pierda.

  —Bueno, el representante de la casa Wolf se divertirá ma?ana entonces. Será tu debut frente a todo el reino central bestia —dijo el rey, dándole palmadas en la espalda a su hijo—. La segunda razón por la que vine es para darte un regalo… es de parte de tu madre, para cuando cumplieras tus 18 a?os.

  —?M-Mamá? Ella me... —La frase del joven bestia fue interrumpida por su padre, quien, del bolsillo izquierdo de su saco, sacó un peque?o amuleto de madera en forma de un mini tótem. Irradiaba una luz verde fosforescente.

  —Tómalo, es tuyo. Ella me dijo que te lo diera cuando cumplieras a?os, aunque aún te faltan como cinco meses, pero creo que te será útil ma?ana —le dijo el rey, entregándole el amuleto al joven bestia.

  —Madre… gracias… —dijo Hunter, tomando el amuleto con delicadeza, sintiendo el extra?o pero familiar calor que este emanaba.

  —Tu madre se esforzó mucho en hacer ese talismán. Encantar un peque?o objeto con tal cantidad de hechizos no es nada fácil —dijo el rey, pensativo—. Ella estaría orgullosa de ti.

  —Sí… ella lo estaría… Esto no es más que un recordatorio de por qué no podemos permitirnos perdonar a los humanos y las atrocidades que ellos provocaron… Juro que un día lograremos acabar con esas plagas de una vez por todas… ?No es cierto, padre?

  —?Ah? ??Ah?? ?Ehmm...? —El rey se vio dudoso ante las declaraciones de su hijo—. Sí, sí, claro.

  El joven bestia, al escuchar la aprobación de su padre, sonrió de manera pícara. El rey inmediatamente cambió el tema al ver la reacción de su hijo.

  —Sé que tu aptitud mágica es baja y que tus barreras están lejos de ser perfectas. Este talismán cubrirá todas esas debilidades —dijo el rey.

  —?Y cómo sabré cuándo se active? —preguntó Hunter, rascándose detrás de la oreja.

  —Lo sabrás cuando lo veas. Sabes, creo que has tenido suficiente entrenamiento por hoy. Relájate un rato en las aguas termales y ve a descansar. Créeme, hijo, ma?ana será el mejor día de tu vida.

  La ma?ana llegó. El olor a comida callejera y a cerveza inundaba el graderío de la arena de combate del reino central bestia. Los bestias, apu?ados y apretujados los unos con los otros, buscaban un buen lugar para ver el espectáculo que estaba por empezar.

  El rey, junto con su consejo y los guardias, observaban desde lo alto, desde una terraza. El bullicio de la gente hacía del ambiente una experiencia emocionante; el aura de batalla se sentía en el lugar.

  —?Bienvenidos sean todos al quincuagésimo primer torneo por el trono del reino central bestia! —exclamó un bestia oso haciendo de comentarista, sentado en una habitación protegida con vista panorámica del campo de batalla—. Como ya saben, cada diez a?os ponemos a prueba la fuerza de nuestros gobernantes, ?para ver si son aún dignos de seguir gobernando nuestras sagradas tierras!

  Al oír eso, el público se emocionó, gritando, golpeando las gradas, haciendo de su euforia algo visible.

  —?Las reglas son simples! —exclamó el comentarista—. Uno a uno, el retador de cada casa combatirá contra el tributo defensor. Al terminar una ronda, se les proveerá una panacea al ganador y al perdedor. Si alguno de los retadores llegara a ganar, el reino inmediatamente será suyo. Sin más dilación, ?que entre el primer contendiente!

  La puerta hecha de barras de hierro se abrió. Una figura misteriosa se abrió paso, cargando un estandarte de color azul con un logo de un halcón hecho con piedra blanca pulverizada y agua.

  —?La primera contendiente, desde las tierras heladas del séptimo anillo de Lydenfrost, representando a la casa Hawk, Novell la hechicera!

  En la arena de combate ya estaba Hunter, con el talismán puesto desde ayer para no olvidarlo. A plena vista, parecía un simple accesorio.

  —Tantas capas de ropa no harán que mis golpes duelan menos, peque?a ave. Esperemos que la magia esté de tu lado —dijo de forma burlona Hunter—. Descuida, querida, prometo no desplumarte en el proceso.

  —… —La bestia halcón se quedó en silencio.

  —Awww, ?qué pasa? ?Te comió la lengua un felino? —siguió burlándose Hunter.

  —Eso funcionaría en Novell… —dijo la contendiente.

  —?Jajaja! ?Parece que la presión la dejó algo loca!

  —Pero yo no soy Novell.

  El estandarte de la casa Hawk entró en llamas en la mano de aquella mujer. Las llamas se propagaron hasta su cuerpo, cubriéndola totalmente.

  —??Qué demonios?! —exclamó Hunter, confundido.

  Frente a Hunter, el fuego se disipaba, mostrando una figura totalmente diferente a quien había entrado. Alguien que venía determinada a ganar. Aquella mujer de cabello rojizo sí… me refiero a…

  —Mi nombre es Griezu. Entre los humanos me conocen como la Bruja del Séptimo Anillo, y he venido a su reino de tiranía… ?a reclamar lo que a los humanos nos pertenece por derecho!

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