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Capítulo 1. Una Aurora Boreal, ¿En esta época del año?

  Habían pasado ya varios días desde que, durante una tormenta eléctrica, un brillo cegador color esmeralda iluminara el cielo nocturno en el extremo sureste del quinto anillo de Lydenfrost.

  Los pobladores del Reino de Vereida pensaron que era simplemente otro meteorito, de los muchos que han caído en el pasado.

  Pero al ir ellos a investigar al lugar de donde provenía aquel brillo, encontraron algo inusual. Unas fibras delgadas, pero muy resistentes, de color plateado.

  Al amanecer del siguiente día, se reunieron los astrónomos y sabios del reino a indagar el asunto más a fondo junto con el rey. Después de muchas horas de leer los registros de avistamientos estelares, descubrieron que no era la primera vez que había pasado algo similar.

  En uno de los muchos archivos de eventos astronómicos que ellos tenían a su disposición, había un caso en particular que calzaba justo con la descripción, excepto por dos detalles.

  El brillo de esa vez era de color rojizo y el evento sucedió en el séptimo anillo, pero ese caso quedó sin resolver.

  Los sabios dijeron que era ese mismo tipo de meteorito, que era totalmente inofensivo y no significaba un riesgo mayor.

  Intentaron comparar las fibras plateadas con el pelaje de diferentes animales y bestias. Pero no lograron una coincidencia total, su resistencia era comparable al acero, pero su flexibilidad se asemejaba a un cabello humano.

  El mediodía llegó y los sabios y el rey decidieron entonces dejar su investigación por el momento. Hasta que de repente.

  —??Mi lord!! ??Mi lord, es urgente!! —jadeando, llegó corriendo un mensajero real, empapado en sudor, con su cara completamente roja del agotamiento y su gorro a punto de caerse de su cabeza. —??Mi lord, le suplico su atención!!—

  Los sabios se le quedaron viendo al mensajero, algunos de ellos lo vieron con disgusto, otros retrocedieron e incluso hubo uno que tapó su nariz en su presencia.

  —?Oh! ?Os pido que me perdonéis, eminentes sabios del reino! —dijo el mensajero, mientras hacía una reverencia y arrodillaba ante los sabios.

  Los sabios comenzaron a susurrar entre ellos, cosas que no se podían entender claramente por el volumen y la accion ellos cubriendo su boca, pero que claramente eran comentarios despectivos sobre el mensajero.

  —Puedes pasar, mensajero. Ven y cuéntame lo que tienes que decir —exclamó el rey, tomando un sorbo de vino tinto de su copa dorada. —Has dicho que era un asunto de urgencia, declámalo como tal. —

  El mensajero con cautela caminó en dirección al rey, atravesando todo el salón.

  El piso estaba cubierto por una muy suave alfombra de piel, presumiblemente de bestias. En el centro del salón había una enorme mesa tallada de un árbol milenario. A sus costados se podían ver estatuas esculpidas en mármol de los anteriores gobernantes del reino, siendo la última de ellas las del actual rey, que aún estaba en proceso de ser terminada.

  Sobre la mesa, había una maqueta de madera a escala del reino y las tropas que habían sido desplegadas en el territorio, cada casa, herrería, taberna y puesto de vigilancia estaba ahí.

  —?Y bien, mensajero? ?Cuál es ese mensaje que has traído? — El rey insistió, mirándolo directamente, al igual que los sabios.

  El mensajero sacó de su bolsa un sobre de papel, sellado con sabia roja de árbol.

  —Su majestad y sabios presentes, les he traído este mensaje de urgencia, les suplico que lo lean—. Mientras lo decía, se arrodilló para entregárselo al rey.

  —?Hmm? ?Qué es este material? ?Un tipo de papel acaso? — El rey se vio asombrado por el sobre y la propia carta. Nunca había visto él, un papel tan perfectamente doblado, o tan blanco como este. Las cartas que él había visto eran amarillentas de color; el papel, más frágil, y los sellos, con el emblema del reino de donde provenía, pero este no era nada parecido.

  Stolen from its rightful author, this tale is not meant to be on Amazon; report any sightings.

  El rey entonces miró a los sabios, quitó el sello y abrió el sobre, dentro de este se encontraba la carta, y comenzó a leerla en voz alta. Al mismo tiempo que él comenzó a leer, el mensajero tragó saliva audiblemente.

  —Esta carta va dirigida al rey, quien gobierna este reino.

  Me presentaré ante usted a la hora en que el sol se oculta y las estrellas salen, hora en la cual vendré a arrebatarle su más preciada posesión. No se moleste en siquiera en intentar detenerme, llegaré a usted tarde o temprano.

  Por el bien de su reino, le suplico no alertar a los guardias o poner alerta máxima, o lo que sea que tengan cuando se tiene que proteger al rey a toda costa. Ni usted ni yo quisiera más personas involucradas en este asunto.

  Llegaré por la entrada norte del reino. Seré puntual.

  Atentamente: S.T—.

  Los sabios comenzaron a discutir entre ellos inmediatamente. Cuando el rey terminó de leer la carta, se escuchaba de todo tipo de opiniones de parte de ellos, desde que era una broma pesada, o si de veras necesitan tratarlo seriamente.

  El rey entonces lentamente giró su cabeza, mirando directamente al mensajero, diciéndole en un tono muy serio. —?Quién te la entregó? —

  —No tengo ni idea… el hombre me dijo que era un vidente muy reconocido por la zona. — El mensajero expresó.

  —En la actualidad no existen los videntes, el último registro de ellos fue hace más de quinientos a?os, después de la guerra contra los bestias —dijo uno de los sabios.

  —Eso no quita la posibilidad de que provenga de otro reino— Agregó otro sabio.

  —Imposible, el reino humano más cercano al nuestro está a 4 meses de viaje. Censamos a la gente hace una semana, y no hemos recibido ningún carruaje extranjero desde el a?o pasado— concluyó otro sabio.

  —Cálmense, debe haber una explicación. ?Cuándo se te fue entregada esta carta? — El rey preguntó.

  —A medianoche de ayer, mi lord. Como dije antes, no pude ver claramente quién fue quien me la entregó —dijo el mensajero, llevándose la mano derecha a su barbilla. —Lo único que recuerdo es una silueta humana, de ojos brillantes, dándome dicha carta—.

  El rey tomó el sobre y comenzó a revisarlo más detalladamente, entre las hendiduras de los dobleces, él encontró algo familiar.

  —Ese color… esa forma… esa resistencia ?Podría ser…? —, preguntó cubriéndose la boca, intentando creérselo.

  —Es idéntico a la fibra que encontramos, así es mi lord— Le dijo uno de los sabios.

  El rey entonces puso ambas manos juntas y expresó: —Nuestro objetivo es simil a un humano, y estas fibras, son sus cabellos. —

  —Ni la magia más poderosa es capaz de tornar tu cabello de un material que no existe su majestad— Dijo uno de los sabios.

  —Esa entidad proviene de fuera de la cúpula de Lydenfrost, estoy casi seguro. Pero nada ni nadie sobrevive allá afuera… entonces... entonces...— Dijo otro sabio.

  —Ya, es suficiente, se?ores. Estamos ante una amenaza desconocida, sea lo que sea, debemos estar listos y por el momento lo mejor que podemos hacer es prepararnos —declaró el rey, con una voz de liderazgo

  —Su majestad— dijo uno de los sabios —El programa Templario está casi completo, nos enfrentamos a una amenaza de desconocida, sugiero que utilice todo lo que pueda para evitar da?os mayores.—

  —Perfecto, decreto que se active el programa Templario— El rey dijo se?alando la maqueta del reino —Estamos contra el tiempo, ?a trabajar! —

  La hora del ocaso se aproximaba rápidament,e los sabios y el rey hicieron lo posible para poder idear un plan funcional en poco tiempo.

  El plan del rey consistía en desplegar cientos de tropas estratégicamente en cuatro líneas de defensa, empezando con la primera línea, con tropas de bajo rango, acompa?ados por el rey, siguiéndoles los caballeros en la segunda, los jinetes y hechiceros en la tercera y los templarios en la cuarta y última línea; si una de las líneas caía, el rey retrocedería a apoyar a la siguiente.

  Esperaron pacientemente a que aquel hombre apareciera con un ejército o algo peor. La tensión y a incertidumbre del momento invadía el ambiente.

  —?Atención tropas! — Gritó el rey —?Nuestros ojos en el cielo dicen que algo se acerca a alta velocidad, estén alertas! —

  —?A la orden!— Gritaron todos.

  Esperaron y esperaron hasta que, frente a la puesta del sol, una sola silueta humanoide apareció, con aquellos ojos brillantes que el mensajero describió.

  —?Barreras listas! — Exclamó el rey.

  —?Listas! — Respondieron los soldados, formando un muro.

  El grito de guerra de todos ellos resonaba en el campo de batalla, el coraje y la fuerza pura en estado sonoro se hacía presente, un sonido capaz de hacer retroceder ejércitos enteros, ese peligro latente al que nadie se quiere enfrentar.

  Pero incluso con todos ellos asi de animados, aquel hombre no retrocedía y solo se posicionó en guardia listo para atacar.

  Un hombre contra cientos de tropas, quien hubiera imaginado lo que estaría por pasar…

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