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Las Profunidades del Bunker (II)

  Drake se posicionó firmemente mientras Kasidy, sin dudarlo, abrió fuego. Las balas no alcanzaron su objetivo, ya que el guardián reaccionó rápidamente saltando hacia la derecha, rodando por el suelo para esquivar la ráfaga de disparos. Usando su escudo, bloqueó la siguiente oleada de impactos, determinando que el arma y la munición no representaban un peligro inmediato para su armadura.

  —??Llama a tu maldito engendro, Joshua!!—vociferó Kasidy a todo pulmón, claramente desesperado sin parar de disparar.

  —?Shakira está lastimada, apenas puede recuperar el aliento! —gritó el pastor, mientras invocaba un hechizo. Una barrera cristalina y translúcida comenzó a formarse alrededor de su cuerpo, adaptándose a su figura como una armadura ajustada. Sin perder tiempo, hizo aun lado el botín, preparándose para el combate—. ?No importa! ?Entre los dos podemos con este maldito Arnoldo! ?Debe estar debilitado por la pelea!

  El guardián se lanzó contra Joshua, tras esquivar a Kasidy quien se lanzó en un fallido agarre. El pastor arrojó una esfera con el símbolo de un escudo a sus pies. En un zumbido ascendente, la esfera desplegó un campo de fuerza en forma de cúpula azul, transparente y segmentada en rombos. La barrera repelió al guardián, empujándolo hacia atrás y dejando al pastor fuera de su alcance.

  Nada podía entrar, pero si salir. Joshua lanzó una granada incendiaria, seguida de una esfera metálica con un sello púrpura en forma de celda: una granada de contención. Drake se movió ágilmente para esquivarlas, observando cómo la pirámide púrpura aprisionaba las llamas, que luchaban por escapar mientras se consumían en el escaso oxígeno disponible.

  Kasidy regresó lanzando una serie de pu?etazos bloqueados y desviados por Drake. Del bolsillo del anciano surgió una joya compactadora de la cual manifestó una pesada lanza llamas para Kasidy.

  Drake apenas logró mantenerse en pie, trastabillando al absorber el impacto del pu?etazo de su oponente sobre el escudo. Con reflejos rápidos, se apartó justo un tiempo para esquivar la ráfaga de disparos que la ametralladora de Kasidy desató contra él. Sin perder el ritmo, extendiendo su brazo, liberando una cadena que silbó en el aire antes de impactar con fuerza en el estómago del anciano, derribándolo de un solo golpe.

  —?No más joyas compactadoras, perra! —vociferó Drake el escudo y la cadena se retrayeron. Redujo la distancia rápidamente frente al soldado.

  Kasidy se arrojó un gancho a la cabeza, pero Drake se agachó, proyectó un guantelete pesado y asestó un pu?etazo en el costado del soldado, cuarteando la placa pectoral. Drake no frenó, en un combo marcial constantes en distintos puntos de la armadura, contra golpeado por el gigante que lanzó un doble pu?etazo bloqueado por los brazos cruzados del guardián.

  Los oídos de Drake fueron agredidos por el débil susurro del anciano arrodillado, cuya protección estaba fracturada y parpadeante a punto de desaparecer a causa del golpe de la cadena y el cómo toda su magia se concentraba en un solo punto. El viejo llamaba a su bestia mientras se aferraba al brazo con el pacto. Los sentidos del guerrero se extremaron al darse cuenta de que el plan del anciano era usar a Kasidy como distracción.

  Un rugido visceral resonó en la mazmorra, y la quimera apareció en el borde del balcón, observando a los presentes. Sus ojos emanaban furia y ansias de matar, con sus garras ba?adas en su propia sangre ácida; como en sus ojos cegándola parcialmente. La criatura descendió de un brinco y cayó al suelo, levantando nubes de polvo, a pocos metros de los guerreros.

  Drake saltó al esquivar un pu?etazo descendente del gigante al usar los nudillos cual escalón, elevándose lo suficiente para usar los hombros de su enemigo como soporte, cayó a la retaguardia y con una patada en la espalda arrojó a Kasidy contra la bestia.

  En un arrebato de rabia, la monstruosidad se abalanzó voraz sobre el hombre; las garras se aferraron a los hombros con una fuerza que aboyó la corazón, y una mordida frenada por los guanteletes del acorazado que poco a poco comenzaba a ver con horror como su tecnología comenzaba a derretirse al contacto con la sangre ácida.

  —??Shakira, no!! —gritó el pastor tratando de mantener el control en su bestia.

  Drake no lo pensó dos veces. Se lanzó contra el anciano, y sin darle tiempo a defenderse, sacó su espada. Con un corte descendente, rompió la protección como si fuera cristal y rebanó de un golpe el brazo marcado por el sello del familiar.

  Una marejada roja brotó del mu?ón amputado, derramándose sobre el suelo. El anciano soltó un alarido tan fuerte que casi le reventó las cuerdas vocales, cayendo de rodillas mientras se sujetaba la mutilación, de la que salpicaba un chorro de sangre.

  —?Dios, por favor! —rogaba el pastor entre quejidos, retorciéndose en el suelo sobre una mezcolanza de sus propios fluidos hediondos, al aflojarse sus entra?as por el impacto.

  El brazo cercenado, marcado con el sello rúnico, rodó inerte, dejando un rastro rojo mientras cortaba el contrato.

  —Pronuncias su nombre cuando ya lo traicionaste? —Drake se burló apoyando la espada en su hombro—. Parece un buen momento para tener una audiencia personal con tu Dios.

  Drake dejó caer su espada y separó la cabeza de los hombros del anciano, mandándola a rodar en una explosión sangrante. La violenta escena permitió recuperar el aliento, y por el rabillo del ojo vio como Kasidy forcejeaba con la quimera.

  Drake guardó la espada en la funda y, sin perder tiempo, tomó el cadáver de Joshua el botón y la bolsa. Encontró dos granadas explosivas, una incendiaria y una de captura. A distancia prudente, giró hacia la criatura, demasiado ocupada con su presa.

  Subió las escaleras a toda prisa y, al llegar al umbral, frenó en seco. Miró cómo Kasidy golpeaba el morro de la bestia, logrando quitársela de encima, pero a un alto costo. Su armadura, destrozada, apenas avanzó unos centímetros antes de apagarse por completo, convirtiéndose en un ataúd. Desde dentro, los gritos sofocados del comandante se mezclaban con la tos causada por las toxinas del ácido, que corroían lentamente las placas.

  La quimera, aturdida, notó una esfera rodar hasta sus patas, envolviéndola en una pirámide púrpura. Al girarse hacia el origen, encontró a Drake y lo fulminó con la mirada. Al reconocerlo, ignoró las granadas envueltas en la cadena roja recién formada en el guantelete y rugió con tal fuerza que los oídos del guerrero zumbaban.

  —Ah, ?sí? ??Vete a la mierda tú también!! —gritó Drake, quitando el seguro y lanzando el paquete dentro de la pirámide.

  La triple detonación destrozó a la criatura mientras la estructura cristalina agrietada contenía la metralla, hasta que colapsó en un estallido final. Entre el humo quedó la quimera, tambaleante y agonizante, con sus escamas laceradas, carne quemada colgando y un ojo enrojecido.

  Drake cargó contra ella. La criatura, en su último aliento, lanzó una zarpada que él esquivó deslizándose por el suelo. Ya en su flanco derecho, proyectó una lanza y, con una estocada certera, atravesó su ojo hasta llegar al cerebro, matándola al instante.

  Jadeante, se acercó al cadáver y, sin vacilar, decapitó a la abominación como trofeo de su victoria. Al girarse, vio cómo la armadura de Kasidy se abría con un chirrido, liberando al comandante, quien salió corriendo presa del pánico. Apenas cubiertas por su traje ajustado de fibra, tropezó al encontrarse frente al guerrero carmesí que bloqueaba la entrada.

  —?Quédate con el dinero, pero por favor no me compa?eros! —exclamó Kasidy, desesperada.

  —?Tus hombres saben del trato?

  —No... solo los comandantes de las avanzadillas y...

  Antes de que pudiera terminar, Drake avanzó como un rayo y le propinó un golpe devastador que le destrozó el cráneo, esparciendo fragmentos de hueso y materia gris contra la pared.

  Sin perder tiempo, recogió el dinero y buscó un bidón de gasolina en los almacenes. Roció los cuerpos de los conspiradores y los prendió fuego con el lanzallamas. Sin embargo, los restos de Joshua los apartó en una cámara alejada, dejándolos en un rincón entre pilas de huesos antes de incendiarlos. No dejara cabos sueltos.

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  Escondió el botín y el lanzallamas bajo unos escombros, planeando regresar por ellos cuando la situación se calmara. Luego, para evitar tocar el ácido, cauterizó la mutilación de la cabeza de la quimera y con unas cadenas atadas a los cuernos, la arrastró hacia la salida. Sus pasos resonaban en el oscuro laberinto, guiados primero por sus huellas y finalmente por la luz del alba.

  Salió al exterior. La luz del día lo cegó por un instante, pero pronto divisó a los soldados del LP en la entrada. —?Tienen algo que decir? —Desafió—, tengo mucho más por dar.

  Drake todavía esperaba desatar masacre, nunca vio un final a sus batallas. Pero solo bajaron las armas abriéndole el paso entre murmullos de asombro como respeto.

  —El comandante se puso su vulcanica y bajó para....

  El soldado fue interrumpido por el semblante furibundo de Drake, reflejado en una dentadura afilada que se formó en el casco por un parpadeo pero pronto se apagó retornando a la normalidad.

  —Kasidy... no lo logró. —Mintió, enmascarando su irritabilidad por la traición, que despertó el desconcierto entre las tropas.

  —?Hay algo más que necesite aparte de su pago? —preguntó temeroso.

  —Necesito cinco cosas —Enlistó—: mi puto dinero, a Kira, un tarro de fiesta de cerezas vírgenes y un médico que se asegure que no haya inhalado gases tóxicos, además de un inodoro.

  ..

  *

  Drake pasó la noche en revisión médica en la carpa, asegurándose de que no respirara químicos nocivos de la quimera; no le pagarían hasta entonces. Se encontraba solo. A su lado descansaba una bolsa con su equipaje.

  Vestía únicamente unos pantalones, con el musculoso torso descubierto. El guardián retiró el vendaje del abdomen bien trabajado; plano, y duro como un escudo de guerra, despojado de los hematomas. Los cortinasjes de la entrada de la carpa se abrieron, permitiendo la entrada al médico de la unidad.

  —Es un gusto verlo de nuevo, guardián. ?Ya te sientes mejor? no te preocupes por los gastos —le saludó condescendiente, llevaba con el pago restante—. Sanas rápido, un hombre normal no podría levantarse en más de una semana o ya estaría muerto. No esperaba menos de un Portador Maldito, son más fuertes físicamente incluso que un mutante artificial.

  Arrojó la bolsa hacia el guardián, quien la atrapó fácilmente con una sola mano. El rostro de Drake se iluminó al abrir la boca del saco, encontrándose la jugosa cantidad de quinientas coronas doradas.

  ?No puedo esperar a ir a quemar esto en el burdel de Glory y comprarme unos cuantos animales. Estaré un poco más cerca de recuperar la finca?, pensó Drake con el corazón acelerado, pareciendo un ni?o peque?o cuyas manos albergaban un juguete nuevo.

  —Creo que sí, gracias por preguntar, teniente Galador —dijo el guardián estirando su cuerpo para desentumir sus extremidades. Tomó la camisa de su equipaje y se la colocó encima.

  —Cuando me dijeron que vino no solo un guardián si no un Portador Maldito, tenía que verlo por mis propios ojos —admitió Roy Galador—, un arma estigma... es la primera vez que veo una en persona.

  —Tomo lo bueno con lo malo. —Drake manifestó los tentáculos rojos en su piel, formando la armadura completa en un parpadeo.

  —Practico y repulsivo a la vez, limitados solo por la imaginación de su portador... me gusta.

  —Simples y efectivas mejor dicho. Ese es mi lema. Bueno cambiando de tema ?qué ha pasado afuera durante mi contrato? —preguntó expectante.

  —Les di a los aldeanos un poco de provisiones de un nuevo cargamento que acaba de llegar. Un regalo por las molestias, antes de marcharnos.

  ? El comandante Kasidy bajó a ayudarle al escuchar tanto estruendo; no quiso que nadie lo siguiera, excusándose de que no pretendía sacrificar más de sus soldados. Pero no imaginé que la criatura tuviera sangre ácida y da?ara tanto su armadura, obligándolo a salirse de la misma.

  —Le debo la vida, se sacrificó para que pudiera sellarla en la pirámide de barrera —Drake ya había preparado su excusa—, no vio venir que la quimera le regresaría la incendiaria de un manotazo antes de activarlo, dejandolo a la merceder de su fuego .

  —Tuviste un buen contrato, por fin ya todo ha terminado.

  —Y cada quien por su lado... —dijo Drake.

  —Si, para que puedas volver con tus dos amigos —reveló Roy.

  —?Amigos? —La confusión en Drake dura poco, su mente se iluminó cual bengala al captar de quién podría tratarse, mejor dicho, ?de quién más podría tratarse?

  —Sí, dos guardianes de tu mismo gremio, ambos nativos del Libre pensamiento —agregó el soldado—, me alegra saber que tiene algunos guerreros dignos en su ejército.

  ? Llegaron en la madrugada. Hablé un poco con la chica y dijo que te vería a mediodía en Dulce Hogar. Faltan unas pocas horas, por lo que tienes tiempo para comprar algunas cosas.

  —Parece que mi suerte empieza a mejorar —afirmó Drake, rascándose la nuca.

  —Aunque igual hay otras cosas que podemos discutir, si quieres un poco más de dinero —Roy sonriendo con complicidad bajo el casco, cruzándose de brazos.

  —?Qué quieres decir? —preguntó el guardián, expectante. Tuve un mal presentimiento debido al tono falsamente amigable de Roy.

  —La verdad, no me gustaban los métodos de Kasidy —sentenció el soldado con desdén. Se veía hasta feliz de que el primer comandante hubiera muerto—. Teníamos que liberar a esta gente de la ignorancia, pero no haciendo lo que hacen los Templarios al cobrarles un impuesto exagerado y usar un uso desmedido de la fuerza.

  ?Los Templarios masacran gente por no querer seguirlos. Respondemos a ellos con la misma violencia y traeremos verdadera justicia a estas tierras en la próxima campa?a —habló como un carismático orador, queriendo llegar a Drake—. Si te gustaría tener el doble o hasta el triple de un contrato, podrías darte el puesto en nuestras filas.

  Sus palabras sonaron duras y conmovedoras, sin embargo, era la misma cosa que el guardián escuchaba todo el tiempo de los credos. Lo único que Drake podía hacer y había hecho en repetidas ocasiones, era escucharlos con la poca paciencia que tenía, para entonces rematar la conversación con una respuesta que calaba hondo como la estocada de una lanza.

  —?Justicia perfecta? Bien por ti, pero yo paso —dijo Drake con una sonrisa torcida, su voz impregnada de un frío desprecio.

  Drake no pudo ver la expresión de Roy debido al casco, sin embargo, se dio una idea del incordio que debió sentir al escuchar un gru?ido irritante por el fracaso de su plan.

  —Ahí tienes tu dinero, y nunca vuelvas, fenómeno —dijo Roy con amargo coraje, incapaz de ocultar el desprecio en su rostro.

  Drake tomó su equipaje sin pronunciar palabra y pasó junto al teniente, retirándose del campamento con paso firme.

  Al llegar a Palistra, el silencio pesaba. Los aldeanos lo observaban desde las sombras; algunas miradas agradecían, otras destilaban desprecio. Susurros de "Portador Maldito" y "monstruo" lo seguían, pero nadie lo enfrentaba.

  Los soldados del LP apostados en las calles lo dejaron pasar. Algunos desviaban la mirada, otros soltaban comentarios despectivos, mientras unos pocos se cuadraban, reconociendo al hombre de las batallas imposibles.

  Drake encendió su cubo comunicador y envió un mensaje a Alice. La respuesta llegó de inmediato: estaba en el autoservicio a la entrada del pueblo, cargando combustible.

  Siguiendo el resplandor tenue, avanzó por el camino empedrado.

  En el área de estacionamiento, reconoció a Alice inclinada sobre su motocicleta, llenando el tanque con extracto de cristal.

  El líquido azul brillaba al fluir, salpicando en gotas luminosas. Cerca, tanques transparentes cargados en una camioneta irradiaban una luz intensa, como lámparas fluorescentes.

  El aire fresco de la tarde traía un aroma a menta. Junto a la bomba, unos viejos anuncios explicaban el origen del extracto de cristal.

  En los anuncios, caricaturas de animales retro al estilo de animaciones clásicas daban información con sonrisas y pulgares arriba. Un conejo mecánico explicaba que el extracto era un residuo líquido al drenar energía de los cristales, mientras un zorro con casco mostraba cómo, al mezclarse con combustible fósil, creaba un compuesto eficiente. Una nota brillante decía: "?Energía que dura más, cuida el ambiente y te lleva lejos!"

  Al llegar al punto de encuentro, vio a la motorista apartarse de su máquina. La mujer, con paso firme, se acercó. Su armadura verde militar captaba la luz del sol, brillando con intensidad, dise?ada para camuflarse en los bosques. De físico estilizado y atlético, reflejaba su experiencia. El metal resonaba con cada movimiento, como si anunciara su presencia en cada paso.

  —Hey, Alice, ?cómo va la campa?a de Lance para que su nombre sea una enfermedad venérea? —preguntó con una sonrisa torcida.

  Alice rió, su voz distorsionada por el casco.

  —Por fin apareces, peque?ín. Sobre Lance, sigue calmado… por ahora. —Se cruzó de brazos, inclinando la cabeza con dramatismo—. ?Y bien? ?Qué excusa tienes por dejarme plantada en la posada? Se suponía que íbamos juntos a estos contratos.

  Drake desvió la mirada un instante. —Tuve mi propio rodeo. —No pudo evitar sonreír cuando Alice continuó:

  —Luego me contarás... Me preocupaste, ?sabes? Aunque no debería sorprenderme; te conozco demasiado bien.

  él soltó una leve risa, consciente de que su ausencia no había pasado desapercibida.

  Alice se quitó el casco con un movimiento fluido, dejando caer su lacio cabello negro con puntas azules hasta la nuca. Sus ojos azul claro resaltaban en su piel ligeramente bronceada, y su belleza, delgada y curvilínea, era innegable.

  El yelmo rojo se desactivó, separándose en dos mitades antes de disolverse en una sustancia gelatinosa que se reabsorbió en su armadura. Alice desvió la mirada apenas un instante, casi incómoda por el momento.

  —Lo siento, pero en mi defensa, Lance me arrastró a todo. —Drake se disculpó mientras bajaba del caballo, intentando ocultar su incomodidad.

  —Tendrás tiempo para reclamarle. Está esperándonos en Dulce Hogar; ya pidió la comida. ?Tienen a tu yegua allá, no?

  —Sí, vamos. Tengo cuentas pendientes con el cabeza de forro. —Drake esbozó una media sonrisa, listo para seguirla.

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