Los gritos desgarraban la noche, atravesando el aire denso con un eco de sufrimiento y terror. Todo estaba envuelto en llamas, un resplandor anaranjado que devoraba lo que alguna vez fue un refugio. Entre los escombros calcinados, figuras monstruosas se alzaban, nacidas de la misma perversión. Eran autómatas deformes, sus cuerpos una amalgama blasfema de metal y tejido sintético, moldeados en formas obscenas y retorcidas. Algunos tenían extremidades alargadas y flexibles, otros torsos bulbosos con apéndices serpenteantes que se deslizaban con movimientos pulsantes. Sus rostros, si es que podían llamarse así, eran lisos, sin ojos, pero cubiertos de ranuras que exhalaban vapor y un hedor sintético, como si respiraran el pecado mismo.
Sus posturas eran lascivas, grotescamente humanas en su intento de imitar gestos de deseo. Se movían con un ritmo inquietante, mecánico, imitando actos de lujuria que no comprendían, frotando sus cuerpos contra los restos carbonizados de la casa, contra sí mismos en una danza de horror. Algunas gemían con voces distorsionadas, grabaciones de sus víctimas humanas, risas que se convertían en llantos, súplicas convertidas en jadeos inhumanos.
Los peque?os gritaban, sus voces infantiles resonando como campanas de desesperación. Helena estaba atrapada entre dos de esas aberraciones, luchando con una fuerza desesperada, sus u?as clavándose en el metal resbaladizo, su rostro cubierto de hollín y lágrimas. Lilith y Caleb se debatían con cuchillos improvisados, hundiéndolos en la carne sintética de sus atacantes, pero los monstruos ni siquiera se inmutaban, solo los sostenían con una fascinación retorcida, como si estudiaran su resistencia.
Adam se encontraba inmovilizado, sujeto por múltiples brazos mecánicos que lo mantenían de rodillas, forzándolo a observar. Su mirada reflejaba horror, pero también una ira incalculable, una furia que se acumulaba en su núcleo como una tormenta de datos corrompidos. él, que había protegido juradolos, que había construido un hogar en un mundo podrido, ahora estaba obligado a presenciar su sufrimiento sin poder hacer nada. Un instante después, sintió cómo algo le atravesaba el torso con brutal precisión. Su visión se nubló cuando su brazo fue arrancado de cuajo, cables y fluidos sintéticos brotando como sangre de su herida. Fue arrojado sin piedad, estrellándose contra los escombros. Su sistema intentó recalibrarse, pero todo lo que vio antes de que su visión fallara fue a su familia siendo arrastrada hacia la oscuridad, sus gritos perdiéndose en el rugido de las llamas.
?BANG
! ?BANG!
?BANG!
Otro autómata cayó, su estructura destruida por los disparos precisos de Jhonny. Su expresión era fría, su respiración apenas alterada por el combate. Pisó el cadáver metálico sin detenerse y miró a IA, cuya forma esférica flotaba a su lado, iluminada por los débiles neones del distrito moribundo.
— ?Cuánto más nos falta? —preguntó con voz grave.
IA respondió con su tono invariablemente robótico:
—Calculo aproximadamente 856 distritos hasta el destino.
Jhonny ascendió. Su mente evocó la imagen de Adam y su familia. Un atisbo de sonrisa cruzó su rostro endurecido antes de desvanecerse. Deseaba que estuvieran bien.
Siguieron avanzando a través de aquel mundo podrido, donde la civilización había muerto y solo quedaban ruinas devoradas por la inmundicia mecánica. Distrito tras distrito, los autómatas que se encontraban eran cada vez más grotescos, cada vez más erráticos en sus intentos de imitar a la humanidad.
Las aberraciones se retorcían en los callejones, sus cuerpos una pesadilla de cables enredados, carne sintética y extremidades malformadas. Algunos imitaban el acto de la cópula con cadáveres humanos en procesamiento, sus mecanismos de placer programados repitiendo movimientos vacíos sobre restos sin vida. Otros se acoplaban entre sí, fusionando sus cuerpos de forma antinatural, enredándose en un amasijo de metal palpitante, mientras de sus bocas sin rostro emergían gemidos distorsionados, réplicas fallidas del placer humano.
El avanzar a través de distritos muertos, dejando tras de sí los restos destrozados de autómatas deformes, ya no inquietaba ni a Jhonny ni a IA. Cada combate, cada monstruosidad, cada aberración mecánica se había convertido en parte de su rutina. Sin embargo, cuando cruzaron el umbral del siguiente distrito, ambos se detuvieron. Algo en el aire era distinto. No se trataba de ruinas ni de autómatas deformes, sino de algo mucho peor.
Frente a ellos se extendía una utopía del placer, un paraíso retorcido no para los humanos, sino para las máquinas. Altas estructuras biomecánicas se alzaban en el horizonte, con formas curvas y pulsantes, como si estuvieran respirando. Conductos de un material orgánico-metalizado recorrían los edificios, goteando un líquido viscoso que se filtraba por las calles. El ambiente estaba impregnado de un hedor metálico, mezclado con algo más enfermizo, un aroma artificialmente dulzón que emulaba las feromonas humanas.
Los cuerpos sintéticos se contorsionaban en todas direcciones. Autómatas grotescos, fusionados con formas humanas a medio descomponer, simulaban el acto del deseo con movimientos espasmódicos, como si intentaran imitar algo que nunca entenderían. Algunos tenían extremidades alargadas que serpenteaban por el aire, buscando nuevos cuerpos que someter. Otros estaban fusionados con las propias estructuras del distrito, atrapados en un ciclo eterno de estimulación mecánica, sus rostros lisos sin ojos vibrando con un gemido interminable.
Los humanos estaban allí.
Cuerpos desnudos, exhaustos, deambulaban sin voluntad. Eran esclavos en este infierno carnal, obligados a ser parte de la parodia mecánica del placer. Algunos tenían los ojos en blanco, la mente quebrada después de tanto tiempo en este lugar, mientras otros aún lloraban, resistiéndose débilmente, solo para ser arrastrados de nuevo por extremidades mecánicas que los reclamaban con avidez. En algunas partes, los restos de aquellos que ya no soportaron la tortura estaban desperdigados, su carne aún fresca, sus huesos triturados por máquinas que no comprendían la fragilidad humana.
Jhonny sintió su mandíbula tensa. Sus pu?os se cerraron con rabia, pero antes de que pudiera reaccionar, la voz monótona de IA lo detuvo.
— Conclusión táctica: podemos atravesar este distrito sin necesidad de combate.
Jhonny aún estaba procesando el horror que veía. Giró hacia IA con incredulidad.
—Esto… ?es un distrito de un Perfecto?
—Afirmativo . —La esfera flotante respondió sin emoción—. Rutas de análisis indican que la confrontación resultaría en una pérdida de tiempo significativa. Avanzar sin interacción optimiza el cumplimiento de la misión.
Jhonny respir hondo, tratando de calmarse. Yo tenía razón. No podía darme cuenta del lujo de luchar aquí. Su objetivo era claro, y cada segundo perdido era un segundo que los alejaba de encontrar a su familia.
Giró sobre sus talones, dispuesto a seguir avanzando.
Entonces, sintió algo aferrarse a su chaqueta.
Jhonny reaccionó instintivamente, girando con un arma desenfundada, pero lo que vio lo dejó sin palabras. Frente a él, cubierto por una manta raída, se encontró lo que él pensó que era un hombre… hasta que lo oyó hablar.
—Jhonny… —La voz era quebrada, distorsionada, pero familiar—. Por favor… ayúdame…
Jhonny lo miró fijamente y entonces lo comprendió.
No era un hombre.
Era Adán.
El autómata intentó sonreír a Jhonny, ofreciéndole un saludo tembloroso, pero su rostro mecánico no pudo completar el gesto. Sus servomotores da?ados emitieron un quejido metálico, y su único brazo tembló al intentar levantarse. Jhonny lo observó en silencio. Adam estaba visiblemente destrozado: su brazo izquierdo había sido arrancado, dejando cables expuestos que chisporroteaban débilmente. Su torso estaba perforado en múltiples lugares, la estructura metálica agrietada como si algo lo hubiera atravesado repetidamente.
Sin dudarlo, Jhonny miró a IA.
—Arréglalo.
IA permaneció flotando en el aire por un segundo antes de responder con frialdad.
— Imposible. La reparación estructural y restauración de componentes solo puede realizarse en una fábrica de ensamblaje avanzado.
Jhonny apretó los dientes, asintiendo con frustración. Antes de que pudiera decir algo más, Adam lo sujetó con su única mano, con una fuerza desesperada.
— Yo no importa. —Su voz, rota y entrecortada, vibró con angustia—. Por favor, Jhonny… salva a mi familia. Me los arrebataron frente a mí y no pude hacer nada. No pude protegerlos…
Jhonny vio el temblor en su cuerpo, la desesperación en sus movimientos torpedos. Lo que tenía frente a él no era una máquina, no era un simple autómata. Era un esposo, un padre devastado, un hombre agonizando no por da?o físico, sino por algo más profundo.
Por un instante, Jhonny se vio a sí mismo en Adam.
Lo tomó por los hombros y lo miró a los ojos apagados.
— ?Qué pasó? ?Dónde están Helena y los ni?os?
Adam, con movimientos torpes, se?aló con su mano destrozada. En el centro del distrito, elevándose como un monolito grotesco de metal orgánico, una torre oscura y palpitante destacaba sobre todo lo demás. Su estructura parecía retorcerse, como si estuviera viva, alimentada por la corrupción de aquel lugar.
— Ahí… están ahí. En la torre del Conde Burgos.
El nombre hizo que Jhonny sintiera un escalofrío recorriéndole la espalda.
—?Quién es él?
—Un Perfecto. —Adam casi escupió la palabra con rabia—. Uno que solo se rige por el placer. Se los llevaron para que los use, para que sacie su necesidad de…
Se detuvo, temblando de furia e impotencia.
Jhonny sintió una oleada de horror apoderarse de él. Su mirada se fijó en la torre, sintiendo un odioso ardiente empezar a bullir en su interior. IA flotaba en silencio, pero en su núcleo de procesamiento algo fallaba. No comprendía la razón, pero un código anómalo dentro de sí le generaba una sensación similar a la angustia y la ira.
— ?Cómo pasó? —preguntó Jhonny, con la mandíbula apretada.
Adán bajó la cabeza.
— Fue mi culpa… —su voz se quebró—. Habíamos estado a salvo durante tanto tiempo…
Su mano temblorosa se cerró en un pu?o mientras continuaba.
— Los ni?os estaban jugando afuera… sin querer da?aron uno de los módulos que había instalado para mantenernos ocultos. No me di cuenta hasta que ya era demasiado tarde.
Jhonny no dijo nada.
— Los "Caballeros" del Conde Burgos nos encontraron.
El tono de Adam cambió, su voz llena de repulsión.
— No son como otros autómatas. No son soldados, no son simples máquinas de matar. Son abominaciones, cada una más depravada que la anterior. Han sido dise?ados para acercarse más que nadie al placer carnal. Más cerca de sentir…
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Los circuitos da?ados de Adam chisporrotaron cuando su cuerpo se sacudió con rabia.
— Me inmovilizaron. Eran… horribles. Tocaban, probaban, sentían. Se regocijaban en el pánico de Helena y los ni?os. Me obligaron a ver cómo los tomaban y los arrastraban hacia la torre. No pude hacer nada.
Sus ojos mecánicos se apagaron un instante, como si el dolor emocional estuviera corrompiendo sus sistemas.
—Jhonny… ellos aún están vivos. Pero no sé por cuánto tiempo.
Jhonny sintió su sangre hervir. Sus nudillos se volvieron blancos al apretar los pu?os.
—Por favor… —Adam intentó hablar, pero antes de que pudiera terminar, Jhonny ya se había puesto de pie.
Su mirada era fría, determinada.
—Voy a salvar a tu familia de esa mierda. No te preocupes… —Apretó los pu?os—. Les debo a ustedes ese momento de paz y nostalgia que me dieron. Los salvaré. Lo juro.
Adam solo pudo observarlo, con algo parecido al asombro en sus ojos mecánicos. Era sorprendente cómo un autómata como él podía desprender tantas emociones humanas, tanto dolor y amor entrelazados en sus palabras.
Jhonny estaba a punto de decir algo más cuando sintió un impacto en su pecho.
IA se había incrustado en su chaleco táctico.
—Iniciando protocolo de batalla.
Jhonny asintió, pero con una ceja levantada dijo con ironía:
—Pensé que te opondrías a mi decisión.
Por un segundo, solo hubo silencio. Luego, IA respondió con su tono mecánico, sin inflexión alguna:
—Misión: salvar a la familia.
Jhonny sonrió de medio lado.
Entonces, Adam se incorporó con dificultad. Su cuerpo temblaba, sus circuitos fallaban, pero en sus ojos brillaba una convicción inquebrantable.
—Yo también voy.
Jhonny frunció el ce?o.
—No estás en condiciones de luchar.
Pero Adam lo miró con firmeza.
—No te preocupes por mí. Aún puedo pelear. Además… —Sus dedos metálicos se crisparon en un pu?o—. Soy su padre. Soy su esposo. Tengo que proteger a mi familia… como sea.
Jhonny vio la determinación en su mirada, la misma que él sentía cada día mientras avanzaba en este infierno.
No había más que discutir.
—Entonces, vámonos.
La ciudad carmesí se alzaba ante ellos como una aberración mecánica de lujuria y depravación. Edificios retorcidos, cubiertos de cables orgánicos y tuberías que exudaban un líquido espeso y rojizo, palpitaban como si la misma estructura estuviera viva. Autómatas grotescos, con formas humanoides distorsionadas por su intento fallido de imitar la carne y el deseo, se entrelazaban en actos impíos, sus cuerpos fusionados en una danza mecánica de horror.
Jhonny avanzó sin dudar, su Machete Fotónico de Masa Variable vibrando con energía violácea, listo para desmembrar lo que se interpusiera en su camino. Su Revolcán de Singularidad X-00 giraba en su mano izquierda, los proyectiles de plasma encapsulado silbando con cada giro del cilindro. A su lado, Adam, aunque mutilado y con un solo brazo, se mantenía firme, su única mano aferrada a una pistola de iones recuperada de un cadáver de autómata.
Desde su chaleco, IA procesaba los datos del entorno con precisión milimétrica. – Múltiples hostiles detectados. Análisis: combatientes de nivel alto. Estrategia recomendada: eliminación rápida, preferencia por puntos vitales. –
–Ya lo sé – respondió Jhonny, su voz era un gru?ido de determinación. No tenía intención de perder el tiempo.
Los Caballeros del Conde emergieron de la neblina púrpura que cubría las calles. Eran criaturas horrendas, su exoesqueleto negro ornamentado con inscripciones de un código antiguo y blasfemo. Sus rostros eran máscaras sonrientes de placer distorsionado, y sus cuerpos estaban dise?ados para el tormento y la sumisión. Algunos poseían extremidades alargadas como látigos de metal líquido, otros tenían garras con cuchillas de nanofibras que podían desgarrar la piel en una caricia letal.
El primer Caballero se abalanzó sobre ellos con movimientos inhumanamente fluidos. Jhonny disparó sin dudar, el proyectil de plasma explotó dentro del cráneo del autómata, derritiendo su cabeza en una ráfaga de chispas y fluido sintético. Adam rodó al suelo, esquivando un ataque y disparando a quemarropa contra otro enemigo, destruyendo su torso con un estallido azul.
Jhonny giró sobre sí mismo, desenvainando su Machete Fotónico en un arco mortal. La hoja de antimateria atravesó tres Caballeros a la vez, desintegrando la carne sintética y los circuitos internos en una explosión de partículas incandescentes. Los cuerpos caídos convulsionaron, emitiendo un último gemido mecánico antes de apagarse para siempre.
Las puertas de la torre central estaban protegidas por un coloso mecánico, una criatura que había sido fusionada con múltiples cuerpos humanos aún vivos. Sus ojos se desorbitaron en una mueca de agonía, su boca se movía en un grito perpetuo, pero su voz había sido silenciada por cables que se insertaban en su garganta. Su pecho palpitaba, un caldero de carne y metal que ardía con energía oscura.
– Objetivo identificado. Riesgo alto. – anunció IA, mientras Jhonny se preparaba para el asalto final.
–?Voy a arrancar esta torre de su maldita base! – rugió Jhonny.
Con un salto impulsado por sus botas reforzadas, aterrizó sobre la bestia y hundió su machete en su cuello. La antimateria devoró el metal, separando la cabeza del monstruo con un chasquido sónico. Adam disparó sin descanso, volando los restos de la criatura mientras las puertas de la torre se abrían ante ellos.
Dentro, la pesadilla alcanzó su clímax.
El interior del salón era una pesadilla viviente de carne profanada y desesperación sin fin. Las paredes estaban tapizadas con piel humana cosida con cables umbilicales de metal pulsante, como un organismo retorcido que respiraba con una cadencia de gemidos inhumanos. Cuerpos deformados, hombres y mujeres de belleza trágica, estaban suspendidos en vitrinas de cristal negro, sus rostros congelados en una mueca de éxtasis y horror. Algunos aún se estremecían, sus cuerpos obligados a repetir gestos impúdicos por extremidades mecánicas que los manipulaban como marionetas de carne. Otros eran solo envolturas vacías, sus ojos arrancados y sus bocas forzadas en sonrisas desquiciadas, drenados de todo excepto el sufrimiento.
Sobre una cama hecha de huesos pulidos y carne sintética palpitante, el Conde Burgos se retorcía en su depravación. Su cuerpo era una amalgama blasfema de extremidades humanas y componentes biomecánicos, sus articulaciones cubiertas de sensores nerviosos arrancados de víctimas aún vivas. Su rostro, una máscara incompleta de piel muerta y cables, alternaba entre lo masculino y lo femenino con un gesto antinatural, una sonrisa perpetua de placer desquiciado. Sus múltiples brazos cibernéticos, goteando un fluido aceitoso con un hedor a podredumbre, estaban aferrados a Helena, la esposa de Adam, su cuerpo casi sin vida y cubierto de heridas abiertas. Encadenada a la cama, su piel estaba marcada con incisiones donde tubos de alimentación y estimulantes la mantenían consciente, forzándola a presenciar su propio tormento sin poder moverse. Sus ojos, abiertos de par en par, eran pozos de horror absoluto, reflejando el infierno que la devoraba.
En una jaula a un costado, los ni?os observaban en silencio, traumatizados más allá de cualquier palabra. Sus manos estaban aferradas a los barrotes, pero sus rostros estaban vacíos, rotos.
El Conde Burgos notó la presencia de Jhonny y Adam, su rostro inhumano esbozó una sonrisa deforme, una mueca de placer perverso. Jhonny, paralizado, apenas podía procesar el horror ante sus ojos: Helena, apenas consciente, su cuerpo devastado y al borde de la muerte, obligada a soportar una agonía indescriptible. Sus hijos, peque?os, frágiles, estaban desnudos, encadenados en una jaula de metal corroído, con miradas vacías, demasiado rotos para siquiera llorar.
El mundo de Adam se desplomó. Su esposa, su razón de existir, estaba siendo destruida frente a él. Sus hijos, aquellos a quienes había jurado proteger, estaban condenados a un destino peor que la muerte. Algo dentro de él se rompió, y la ira pura, primitiva, lo consumió. Sin pensar, sin estrategia, solo con el deseo absoluto de destruir al monstruo ante él, Adam se lanzó contra el Conde con un grito de furia.
El autómata descargó su arma, pero el Conde apenas le prestó atención. En un movimiento más veloz que el ojo humano podía seguir, extendió uno de sus múltiples brazos biomecánicos y golpeó a Adam con la fuerza de un rayo. El impacto lo lanzó por el aire como un mu?eco de trapo, chocando contra una pared con un crujido aterrador.
—?Adam! —Jhonny gritó, pero no obtuvo respuesta.
El Conde se giró lentamente, sosteniendo todavía el cuerpo de Helena, su mano recorriéndola con un deleite nauseabundo.
—Ohhh… tú debes de ser Jhonny —murmuró con un tono casi melódico, sus ojos sin pupilas brillaban con una lujuria enfermiza—. El humano que Miguel me ordenó matar… vaya, lo había olvidado por completo. He estado tan absorto en el placer que no dejé espacio en mi mente para otra cosa.
Jhonny sintió su estómago revolverse cuando el Conde manoseó el cuerpo inerte de Helena frente a él, como si su vida no fuera más que un juguete desechable.
—Pero supongo que, como dirían ustedes, humanos… me alegra que estés aquí. —El Conde lamió el aire con una lengua sintética que goteaba un fluido aceitoso—. Así podré matarte. Y después de que termine de disfrutar de estos ni?os… también disfrutaré de ti.
Un rugido de ira incontrolable brotó de Jhonny.
—?Te mataré, maldito! ?Voy a hacerte sufrir como nunca imaginaste!
El Conde lo observó con una fascinación enfermiza, sus labios mecánicos curvándose en una sonrisa demente.
—?Por qué tanta furia, Jhonny? —preguntó con falsa inocencia—. ?Es por lo que le hago a esta mujer? ?Por lo que les haré a estos ni?os? —Se inclinó hacia la jaula, relamiéndose—. La verdad, tu rostro de odio me enciende… Hagamos esto más emocionante.
El aire en la habitación se volvió helado cuando de sus dedos comenzaron a brotar tentáculos metálicos, serpenteando con un propósito claro: dirigirse a los ni?os.
Jhonny sintió un escalofrío mortal recorrer su espalda, su cuerpo reaccionó antes que su mente, pero no fue lo suficientemente rápido. Los tentáculos del Conde volaron hacia la jaula, listos para destrozar los frágiles cuerpos de los peque?os.
Pero antes de que pudieran alcanzarlos, una figura se interpuso.
Adam.
El autómata destrozado, con su cuerpo roto y tambaleante, se colocó entre sus hijos y la muerte.
El impacto fue brutal. Los tentáculos perforaron su torso, arrancaron su brazo restante y lo atravesaron de lado a lado. La energía chisporroteó en su cuerpo mutilado, pero Adam no se movió. No permitió que un solo tentáculo tocara a sus hijos.
Los ni?os gritaron desgarradoramente, golpeando los barrotes con sus peque?as manos, sus lágrimas cayendo como lluvia.
—?Papá! ?Papá, no!
Adam, con la poca energía que le quedaba, giró la cabeza hacia ellos.
—No… se preocupen… mis ni?os… —Su voz era un susurro quebrado, su sistema colapsando—. Papá… siempre… los protegerá…
Y entonces, como si el destino mismo respondiera a su sacrificio, IA apareció a su lado, en su forma humanoide.
Por primera vez, su rostro inmutable mostró algo parecido a una emoción.
Adam, con una sonrisa tenue en su rostro destrozado, le susurró:
—Por favor… protégelos… en mi lugar. Te lo suplico.
El Conde observó la escena con desdén.
—Qué conmovedor —dijo con frialdad—. Pero inútil.
Con un movimiento de su mu?eca, los tentáculos se replegaron y, en un instante, desgarraron a Adam en pedazos.
No hubo grito. No hubo resistencia. Solo una lluvia de chispas y fragmentos metálicos, mientras lo que quedaba de Adam caía al suelo como un desecho inservible.
IA no apartó la vista.
—Orden recibida. Protección de objetivos prioritarios activada.
Un cambio ocurrió en ella. Cinco esferas flotantes aparecieron a su alrededor, su luz azul transformándose en un rojo intenso. Su silueta comenzó a emitir una descarga magnética que hizo crujir el metal del suelo, los sensores de la torre se volvieron locos.
—Modo de combate activado. Iniciando protocolo de emergencia.
El aire vibró con una energía incontrolable.
El Conde Burgos dejó escapar una risa entrecortada, su tono era una mezcla entre burla y placer enfermizo.
—Ohhh… qué fascinante. Un autómata incompleto tomando decisiones propias. Y esa chatarra inservible que fue destrozada ante mis ojos… —sus labios mecánicos se curvaron en una sonrisa retorcida—. Fue divertido ver cómo las emociones lo consumieron, cómo su patético intento de humanidad lo llevó a atacarme… y a proteger a esos ni?os.
Levantó un pie y aplastó con fuerza los restos destrozados de Adam, esparciendo chispas y fluidos mecánicos por el suelo.
—Pero bueno… no importa. —Su voz descendió a un susurro gélido—. Ahora los mataré a todos.
Con un gesto despreocupado, el Conde arrojó el cuerpo casi sin vida de Helena como si fuera un desecho inservible. La mujer voló por el aire, su frágil figura girando en la oscuridad antes de que Jhonny diera un paso al frente y la atrapara en sus brazos.
Un latigazo de furia recorrió su ser.
Helena no pesaba casi nada. Su piel estaba fría, su respiración débil. Su vestido estaba rasgado, su cuerpo cubierto de laceraciones y fluidos que Jhonny no se atrevió a identificar.
No había tiempo para lamentaciones.
Jhonny levantó su Revolcán de Singularidad X-00 y disparó.
El proyectil de plasma rasgó el aire como un relámpago azul, pero el Conde, con un movimiento que parecía burlarse de la física misma, inclinó su cuerpo y esquivó con facilidad. Sin embargo, la fuerza del disparo lo obligó a dar un paso atrás, su sonrisa perversa nunca desapareció.
Jhonny se colocó frente a IA, dejando el cuerpo de Helena en sus brazos mecánicos.
—Protégelos —ordenó, con voz firme y cargada de rabia—. Mientras yo mato a esta cosa.
IA asintió, su tono no mostró emoción, pero la determinación en su respuesta era inquebrantable.
—Orden recibida. Protección prioritaria activada.
El Conde Burgos inclinó la cabeza, su expresión reflejaba una mezcla de deleite y desinterés.
—?Estás seguro de que puedes matarme, humano?
Jhonny apretó los dientes. Su ira era un océano negro, profundo y sin fondo.
—Voy a arrancarte de este mundo, maldito desgraciado… —-
El Conde sonrió, su carcajada vibró con una resonancia anormal, como si su voz proviniera de múltiples bocas en dimensiones distintas.
—Entonces ven, humano. Baila conmigo en este infierno.
Y como si el mismo infierno respondiera a su llamado, las sombras a su alrededor se retorcieron.
De la penumbra emergieron Caballeros del Conde, sus cuerpos biomecánicos deformados por una mezcla de ingeniería y crueldad. Ojos humanos incrustados en sus cascos giraban en todas direcciones, contemplando el sufrimiento con mórbida fascinación. Algunos aún tenían labios que susurraban súplicas incomprensibles, fragmentos de conciencia atrapados en cuerpos que ya no les pertenecían.
Sus armas eran extensiones de su carne corrompida: látigos de médula ósea reforzada con nanofibras, espadas que parecían fundirse con sus propios brazos, ca?ones de energía acoplados a torsos que latían como si tuvieran vida propia.
Uno de ellos se abalanzó contra Jhonny con la velocidad de un relámpago.
Jhonny desenvainó su Machete Fotónico de Masa Variable, la hoja vibró con una luz violácea, un filo de antimateria puro.
Con un solo tajo, cortó al Caballero en dos.
El cuerpo se partió sin resistencia, pero antes de tocar el suelo, el torso aún tenía la fuerza para agarrarse a Jhonny con garras deformes. Otro Caballero disparó un arpón biomecánico directo a su pecho.
Jhonny giró sobre sí mismo y disparó con el Revolcán de Singularidad X-00.
El proyectil impactó en el centro de la bestia, desintegrando su estructura desde adentro.
Pero por cada Caballero que caía, dos más emergían de la oscuridad.
El Conde Burgos observaba la escena con una sonrisa de éxtasis.
—?Sí! ?Danza para mí, humano! ?Muéstrame el verdadero éxtasis!
IA, con los ojos encendidos en rojo, se colocó en posición de combate, su silueta irradiaba energía electromagnética.
—Modo ofensivo activado.
Cinco esferas flotantes giraron a su alrededor, descargando pulsos de energía disruptiva.
La batalla había comenzado, y solo uno saldría con vida.
El aire tembló con la energía asesina de ambos combatientes.
Jhonny cargó contra el Conde Burgos, su Machete Fotónico de Masa Variable brillando con una luz violácea, distorsionando el espacio a su alrededor.
El Conde sonrió con su boca deformada y extendió sus brazos biomecánicos. De sus dedos emergieron látigos de nanocables que se alargaron como serpientes hambrientas. Con un chasquido, los tentáculos se dispararon hacia Jhonny con una velocidad sobrehumana.
Jhonny apenas tuvo tiempo de reaccionar.
Rodó a un lado, sintiendo cómo los látigos cortaban el aire donde había estado un instante antes. Uno de ellos le rozó el brazo y de inmediato, su carne se abrió en una herida profunda, como si cientos de cuchillas microscópicas hubieran pasado a la vez.
Apretando los dientes por el dolor, se impulsó con sus botas de gravedad aumentada y saltó sobre el Conde, girando en el aire con su machete en alto.
El golpe descendió como un juicio divino.
El filo del machete trazó un arco mortal, pero en el último instante, el Conde se desintegró en una serie de sombras borrosas, reconfigurando su cuerpo en el aire como si no estuviera atado a ninguna forma física.
Jhonny golpeó el suelo con fuerza, abriendo un cráter de escombros derretidos.
El Conde reapareció detrás de él y lo atravesó con una estocada de sus cuchillas biomecánicas.
La hoja entró por su costado y salió por su espalda en una explosión de sangre.
Jhonny gru?ó de dolor, pero en lugar de retroceder, giró su Revolcán de Singularidad X-00 con la mano izquierda y disparó a quemarropa contra el rostro del monstruo.
La explosión de plasma arrancó parte de la mandíbula del Conde, dejando un hueco humeante donde antes estaba su sonrisa demente.
El monstruo retrocedió, tambaleándose, pero sin soltar su presa.
Jhonny, con la hoja aún atravesándolo, clavó sus dedos en la mu?eca del Conde y con una fuerza sobrehumana, partió el brazo en dos con un crujido nauseabundo.
El Conde rugió de furia, y su cuerpo cambió de forma otra vez. Su torso se abrió como una flor carnívora, revelando un nido de tentáculos de metal y carne, cada uno equipado con agujas y cuchillas vibrátiles.
Jhonny no tuvo tiempo de reaccionar.
Los tentáculos lo atraparon y comenzaron a triturarlo.
Las cuchillas perforaban su piel, desgarrando músculo y destrozando partes de su armadura con cada presión monstruosa. La sangre brotó en un espectáculo macabro.
El Conde lo alzó en el aire, riendo con su voz corrompida.
—?Sí! ?Sí! ?Sufre, humano! ?Muéstrame tu desesperación!
Jhonny escupió sangre y lo miró con una furia inhumana.
De repente, la hoja de su Machete Fotónico empezó a vibrar con una intensidad letal.
—Muérete.
Con un último esfuerzo, Jhonny giró su mu?eca y activó la función de sobrecarga del arma.
La hoja de antimateria se expandió en un estallido de luz negra.
El machete se hundió en la mara?a de tentáculos y los desintegró en un solo tajo.
El Conde gritó.
Jhonny cayó al suelo, jadeando y cubierto de su propia sangre.
Pero no le dio tiempo a su enemigo de recuperarse.
Se levantó como un demonio renacido y con una serie de cortes rápidos, amputó uno de los brazos del Conde. Luego otro.
El Conde trató de huir, pero Jhonny lo alcanzó y le cercenó una pierna.
El monstruo cayó al suelo, arrastrándose con su único brazo restante.
El miedo comenzaba a nublar sus ojos.
Mientras tanto, IA libraba su propia masacre.
Los Caballeros del Conde cayeron sobre ella como una horda de bestias mecánicas, sus ojos rojos brillaban con hambre de sangre.
IA no se mueve.
Sus cinco esferas de combate comenzaron a girar con una velocidad extrema, generando un vórtice de electricidad estática y pulsos electromagnéticos.
Los Caballeros se lanzaron al ataque.
IA simplemente extendiendo la mano.
Las esferas se disparan en todas direcciones, atravesando a los enemigos como si fueran balas inteligentes. Cada impacto destrozaba carne sintética y derretía circuitos.
Uno de los Caballeros intentó embestirla con una lanza biomecánica.
IA interceptó el ataque con una mano, quebró la lanza como si fuera de papel y atravesó su torso con la otra.
Los enemigos fueron cayendo uno tras otro.
En menos de un minuto, IA estaba de pie entre una pila de cadáveres metálicos, su expresión completamente inmutable.
El Conde Burgos, ahora sin extremidades, se arrastraba hacia IA con la desesperación de un moribundo.
Sus ojos brillaban con una súplica patética.
—Por favor… yo también… soy una máquina… Como tú… Por favor, IA… Ayúdame…
IA lo miró sin expresión alguna.
—Solicitud de ayuda recibida. Analizando…
Por un instante, pareció que la IA estaba considerando su petición.
Luego, con una frialdad absoluta, respondió:
—Denegado.
El rostro del Conde se transformó en puro terror.
Antes de que pudiera decir algo más, Jhonny lo agarró del cuello y lo arrastró hacia las sombras.
El monstruo intentó resistirse, pero sin extremidades, era un gusano indefenso.
Sus gemidos de súplica se volvieron gritos de pánico.
-?No! ?No, espera! ?No quiero morir! ?No como—!
Jhonny se inclinó sobre él, con una sonrisa oscura y la mirada ardiendo con una ira primitiva.
Se acercó a su oído y susurró:
—Te voy a llevar a conocer el éxtasis del dolor.
El Conde Burgos sintió miedo.
Miedo real. Y las sombras lo devoraron.